Hace una semana estabamos todos los oviedistas expectantes, ilusionados, con ganas de que llegase el partido contra el Caravaca, el partido que de nuevo iniciariá la Reconquista al lugar que nos merecemos. Poco nos duró esa ilusion cuando ocirrio lo que sabemos. 90 minutos de ilusion y tras el pitdo del arbitro, de nuevo la oscuridad. Pero somos oviedistas, SOMOS EL REAL OVIEDO, Y NUESTRO DEBER LEVANTARNOS. SERÁ DURO PERO LO NECESITAMOS. NECESITAMOS VOLVER A CREER. Y CREEMOS: VOLVEREMOS.
A continuación os dejamos con un texto de Pedro Zuazua, publicado hace unos dias en LNE, tal vez refleja, de manera clara, el parecer de muchos Oviedistas.
"Coherencia, aquí y ahora
Fiel a su más reciente historia, el Real Oviedo volvió a ofrecer una decepción a su hinchada. Posiblemente seamos el único equipo del mundo que, después de marcar el gol decisivo, es capaz de quedarse sin su jugador clave. Como también somos el único equipo del mundo que tiene un estadio gafe. Porque si se tratara de un jugador o de un entrenador cigua, la solución sería fácil, pero a ver quién es el genio que tira esa mole de hormigón, lo exorciza y lo vuelve a levantar.
Más allá de echar la culpa a nuestra mala suerte, ha llegado el momento de pararse a pensar un poco en que algo se tiene que estar haciendo mal. Realmente mal. No subir contra el Arteixo fue un accidente; lo del domingo fue una consecuencia de un trabajo mal hecho.
Y es que el actual consejo de administración del Real Oviedo es esclavo de sus palabras. Tuvieron tiempo de sobra para formar un equipo solvente, dijeron que traerían un entrenador que conociera la Tercera División asturiana y curtido en fases de ascenso, e incluso nos vendieron que el equipo, con unos retoques, competiría en Segunda División B.
Los oviedistas, sin merecerlo, nos encontramos de repente con el peor entrenador que ha tenido el club en su historia. Un personaje chulesco, ignorante, infantil y, lo que es más importante, futbolísticamente inútil, que un día se leyó un manual de cómo hablar en público diciendo siempre lo mismo sin decir nunca nada. La excusa dada por el consejo para su fichaje fue que necesitaban a «alguien mediático». Señores, el Real Oviedo, estando en Tercera, no va a hacer más o menos socios por un nombre. Estando como estamos, nuestro único marketing posible es nuestro escudo y nuestra camiseta. Y ésos son infalibles.
La dirección deportiva, que llegó incluso a hacer una rueda de prensa para explicar el porqué de esta plantilla, se vio obligada a retocar el equipo con tres jugadores en diciembre. La columna vertebral. Ahí es nada. Un trabajo mal hecho por un señor cuya cabeza lleva pidiendo la afición desde que llegó al cargo. Y a la afición se le pide ayuda en los momentos críticos, pero no se le hace caso cuando pide algo.
No sé que estará pasando ahora por la cabeza de los consejeros y del máximo accionista, pero se avecinan tiempos muy duros para el Real Oviedo. Lo que hace falta es coherencia, una palabra que en los últimos años no se ha acercado al Carlos Tartiere, trabajo y, sobre todo, oviedismo verdadero. El mismo que demostraron 24.000 almas que el domingo se juntaron para meter tres goles a un equipo de un pueblo de 25.000 habitantes.
Creo sinceramente que el consejo debería entonar el mea culpa. La buena intención y el trabajo, que se les presupone, no están en duda, pero sí la capacidad para sacar esto adelante. No hay que cargarse todo, ni a todos, pero sí hacer cambios porque está bastante claro que algo no marcha bien. Es más, va realmente mal. Hacer autocrítica siempre es duro, pero así se mejoran las cosas.
Y si hay que quedarse con algo bueno, eso es que el Carlos Tartiere tuvo la mejor entrada en un campo de fútbol del país durante el fin de semana, y que vibró como en las grandes ocasiones. Momentos como los vividos con el tercer gol son los que hacen que esta pasión valga a veces la pena. Algunos dirán que menuda castaña jugar de nuevo con el Tuilla o el Cudillero. Yo también preferiría jugar contra el Madrid o el Barcelona, pero cuando voy al campo lo hago por el Real Oviedo, no por el rival. Seguimos vivos. Y volveremos.
P. D.: En el DVD de «Volveremos» la cámara enfoca en un momento a Diego Cervero, que está sentado en el banquillo antes del partido contra el Coruxo de hace tres años. Le hacen una pregunta muy sencilla: «Cerve ¿Qué pasa si no ascendemos?». La respuesta no tarda un segundo: «Que lloraría, apretaría un huevo contra otro, y el uno de julio estaría entrenando para intentarlo el año que viene». Pues eso."
"Coherencia, aquí y ahora
Fiel a su más reciente historia, el Real Oviedo volvió a ofrecer una decepción a su hinchada. Posiblemente seamos el único equipo del mundo que, después de marcar el gol decisivo, es capaz de quedarse sin su jugador clave. Como también somos el único equipo del mundo que tiene un estadio gafe. Porque si se tratara de un jugador o de un entrenador cigua, la solución sería fácil, pero a ver quién es el genio que tira esa mole de hormigón, lo exorciza y lo vuelve a levantar.
Más allá de echar la culpa a nuestra mala suerte, ha llegado el momento de pararse a pensar un poco en que algo se tiene que estar haciendo mal. Realmente mal. No subir contra el Arteixo fue un accidente; lo del domingo fue una consecuencia de un trabajo mal hecho.
Y es que el actual consejo de administración del Real Oviedo es esclavo de sus palabras. Tuvieron tiempo de sobra para formar un equipo solvente, dijeron que traerían un entrenador que conociera la Tercera División asturiana y curtido en fases de ascenso, e incluso nos vendieron que el equipo, con unos retoques, competiría en Segunda División B.
Los oviedistas, sin merecerlo, nos encontramos de repente con el peor entrenador que ha tenido el club en su historia. Un personaje chulesco, ignorante, infantil y, lo que es más importante, futbolísticamente inútil, que un día se leyó un manual de cómo hablar en público diciendo siempre lo mismo sin decir nunca nada. La excusa dada por el consejo para su fichaje fue que necesitaban a «alguien mediático». Señores, el Real Oviedo, estando en Tercera, no va a hacer más o menos socios por un nombre. Estando como estamos, nuestro único marketing posible es nuestro escudo y nuestra camiseta. Y ésos son infalibles.
La dirección deportiva, que llegó incluso a hacer una rueda de prensa para explicar el porqué de esta plantilla, se vio obligada a retocar el equipo con tres jugadores en diciembre. La columna vertebral. Ahí es nada. Un trabajo mal hecho por un señor cuya cabeza lleva pidiendo la afición desde que llegó al cargo. Y a la afición se le pide ayuda en los momentos críticos, pero no se le hace caso cuando pide algo.
No sé que estará pasando ahora por la cabeza de los consejeros y del máximo accionista, pero se avecinan tiempos muy duros para el Real Oviedo. Lo que hace falta es coherencia, una palabra que en los últimos años no se ha acercado al Carlos Tartiere, trabajo y, sobre todo, oviedismo verdadero. El mismo que demostraron 24.000 almas que el domingo se juntaron para meter tres goles a un equipo de un pueblo de 25.000 habitantes.
Creo sinceramente que el consejo debería entonar el mea culpa. La buena intención y el trabajo, que se les presupone, no están en duda, pero sí la capacidad para sacar esto adelante. No hay que cargarse todo, ni a todos, pero sí hacer cambios porque está bastante claro que algo no marcha bien. Es más, va realmente mal. Hacer autocrítica siempre es duro, pero así se mejoran las cosas.
Y si hay que quedarse con algo bueno, eso es que el Carlos Tartiere tuvo la mejor entrada en un campo de fútbol del país durante el fin de semana, y que vibró como en las grandes ocasiones. Momentos como los vividos con el tercer gol son los que hacen que esta pasión valga a veces la pena. Algunos dirán que menuda castaña jugar de nuevo con el Tuilla o el Cudillero. Yo también preferiría jugar contra el Madrid o el Barcelona, pero cuando voy al campo lo hago por el Real Oviedo, no por el rival. Seguimos vivos. Y volveremos.
P. D.: En el DVD de «Volveremos» la cámara enfoca en un momento a Diego Cervero, que está sentado en el banquillo antes del partido contra el Coruxo de hace tres años. Le hacen una pregunta muy sencilla: «Cerve ¿Qué pasa si no ascendemos?». La respuesta no tarda un segundo: «Que lloraría, apretaría un huevo contra otro, y el uno de julio estaría entrenando para intentarlo el año que viene». Pues eso."
PEDRO ZUAZUA
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